
Nuestro fundador
Mtro. Erick Manuel Alvarado Nava.
Fue un destacado profesional del derecho, la protección civil y la gestión integral de riesgos. Director y fundador de Previdere Lex Consultoría Jurídica y Productividad, S.C., se distinguió como consultor, académico y líder en diversas instituciones y asociaciones a nivel nacional. Su visión y compromiso lo llevaron a formar nuevas generaciones de profesionales, a impulsar la resiliencia en México y a consolidar proyectos de gran impacto en materia de seguridad, justicia y prevención.
Esta soy yo
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Más allá del deber, un legado
Hablar de Erick, es detenernos un momento a recordar a un hombre que vivió con propósito, con amor y con una profunda entrega a todo lo que hacía.
Fue un hombre de valores firmes, de palabra, de acciones sinceras y de una humanidad que se notaba desde el primer saludo. Quienes tuvimos la fortuna de conocerlo, sabemos que su vida no fue solo una historia de trabajo, sino una verdadera lección de amor, servicio y dedicación.
Durante años, se entregó con pasión a la protección civil, poniendo siempre primero el bienestar de los demás. Fue un profesional excepcional, con un sentido del deber admirable y una vocación que inspiraba. Pero más allá del uniforme, lo que realmente lo hacía grande era su corazón: honesto, empático, resiliente, responsable, siempre dispuesto a ayudar, a escuchar y a tender la mano.
Como empresario, se preocupaba genuinamente por su equipo, por sus colaboradores. No solo buscaba resultados, sino bienestar. Creía en el poder de trabajar con pasión y en la importancia de hacer sentir a cada persona parte de una familia. La hospitalidad que lo caracterizaba no era un gesto social: era su forma de vivir, de recibir a los demás con apertura, con cariño y con respeto.
Pero si algo definió verdaderamente su vida, fue el amor profundo e incondicional que sentía por su familia. Su esposa y sus hijas fueron su orgullo más grande, su motivación diaria y el centro de todo su esfuerzo. Hablaba de ellas con una luz especial en los ojos, con ternura, con respeto y con ese amor que trasciende el tiempo y el espacio. Todo lo que hizo, lo hizo pensando en ellas. Y aunque físicamente ya no está, el amor que sembró en su hogar vivirá para siempre.
Como maestro en la Universidad UNICI, compartió no solo conocimientos, sino también experiencia de vida. Formó, acompañó, y sobre todo, inspiró. Su relación cercana con la comunidad universitaria, y especialmente con la rectora, fue muestra de su compromiso y de los lazos genuinos que supo construir a lo largo del camino.
Hoy, mientras recordamos su sonrisa, sus enseñanzas y su manera única de estar presente en la vida de los demás, no nos queda más que agradecer. Agradecer por su ejemplo, por su entrega, por su amor.
Erick no se ha ido. Vive en cada historia que compartimos de él, en cada palabra que sembró en el corazón de su familia, en cada recuerdo que aún nos saca una sonrisa. Su legado es amor. Y ese amor lo mantendrá vivo para siempre. GRACIAS.
Yadira Hernández.

Homenaje póstumo a Erick Manuel Alvarado Nava
Hoy nos une la gratitud, la memoria viva y el amor profundo por un ser humano irrepetible: Erick Manuel Alvarado Nava.
No es fácil poner en palabras lo que significa su partida, pero sí podemos intentar honrar lo que fue: un hombre íntegro, generoso, lleno de luz... un verdadero conciliador. Un ser humano luminoso, un padre y esposo ejemplar, un amigo que irradiaba paz y compromiso dondequiera que iba.
Hoy acompañamos con todo nuestro corazón a Gabriela, su compañera de vida; y a sus hijas: Diana, Mariana y Ericka.
A ustedes queremos decirles con el alma en la voz: no están solas.
Es promesa de Dios que nunca lo estarán. El amor de Erick sigue vivo en ustedes, y también el amor de esta gran familia de amigos, colegas y hermanos en Cristo que hoy las rodea. Estamos aquí para sostenerlas, para orar con ustedes, para caminar junto a ustedes. No como conocidos, sino como hermanos unidos en la fe, en la esperanza y en el amor.
Y aunque hoy sentimos el vacío de su presencia, también contemplamos el milagro de su continuidad en la tierra: Diana, Mariana y Ericka son reflejo de su amor, de su carácter, de su luz. Son su legado vivo, su voz que sigue hablando a través de cada gesto, cada palabra, cada paso que den.
Como abogado, conciliador y promotor de la protección civil y la resiliencia, Erick defendió causas con firmeza, pero con humanidad. Promovió asociaciones, y apoyó sin descanso causas justas que protegieran la vida, la dignidad y la paz.
Donde otros veían conflicto, él buscaba puentes. Donde había divisiones, él sembraba diálogo. Tenía el don de conciliar, de escuchar, de unir sin imponer. Así tocó vidas, así dejó huella.
Hace unos meses, tuve un sueño con él. Estábamos mirando juntos un cielo estrellado, en una noche hermosa y silenciosa. No había prisa, ni ruido, ni peso. Solo la paz de lo eterno. Las constelaciones brillaban con una intensidad indescriptible, y él, con su brazo izquierdo, me señaló una en particular. Era clara, brillante, inconfundible... y formaba el símbolo de la justicia. Allí, en medio de la inmensidad del universo, Erick me mostró que la justicia no solo se escribe en la tierra, sino también en los cielos.
Fue su manera de recordarme que la verdadera justicia trasciende la vida. Vive para siempre. Y cuando pienso en eso, recuerdo también la promesa del arcoíris. En el libro del Génesis, leemos: "El arco iris estará en las nubes, y lo veré y me acordaré del pacto eterno entre Dios y todos los seres vivientes." (Génesis 9:16)
El arcoíris es más que un fenómeno natural. Es señal de alianza, de renovación, de vida que continúa.
Así como el arcoíris aparece tras la tormenta, creemos que Erick ha cruzado ese umbral de luz, hacia la promesa de la vida eterna.
Y aunque sus palabras ya no las oímos con los oídos, Dios nos consuela con algo que permanece: su Palabra. En ella encontramos promesas vivas, luz en medio del duelo y esperanza para la eternidad. Por eso hoy recordamos con fe:
"El Señor es mi pastor; nada me faltará.
En verdes pastos me hace descansar; junto a aguas tranquilas me conduce. Conforta mi alma; me guía por senderos de justicia por amor de su nombre. Aunque pase por el valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estás conmigo; tu vara y tu cayado me infunden aliento... Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa del Señor moraré por largos días." (Salmo 23)
"Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque muera, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente." (Juan 11:25-26)
"En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no fuera así, ¿acaso les habría dicho que voy a preparar un lugar para ustedes? Y si me voy y se lo preparo, vendré otra vez y los llevaré conmigo, para que donde yo esté, ustedes también estén." (Juan 14:2-3)
Por eso, aunque su ausencia física nos duele, su espíritu sigue entre nosotros: en cada acto justo, en cada palabra que reconcilia, en cada cielo estrellado que miremos con esperanza.
Y quizás, alguna noche, cuando miremos al firmamento y veamos aquella constelación que forma el símbolo de la justicia, sabremos que Erick está allí, recordándonos que la justicia, la bondad y el amor no terminan con la muerte... solo se elevan, como él, hacia la eternidad.
Gracias, Erick. Por tu vida, por tu legado, por tu amor. Por mostrarnos que la luz siempre encuentra el camino. Y por recordarnos, aún hoy, que la justicia también brilla entre las estrellas.
-Henry Peralta
31 mayo 2025




